agosto 6, 2025
Cuando el Banco Mundial publicó el primer reporte Global Findex en 2011, reveló una cruda realidad: solo el 51% de los adultos en todo el mundo tenían acceso a servicios financieros formales. Avance rápido hasta hoy y ese número aumentó al 79%. Esto representa a miles de millones de personas que ahora tienen las herramientas para ahorrar, gastar y construir seguridad financiera para ellos y sus familias.
Este notable progreso, documentado en el último reporte Findex del Banco Mundial, no es solo una estadística. Representa a personas reales con oportunidades reales que simplemente no existían hace una década. Nuestra compañía contribuyó a impulsar esta transformación, y estas cifras son una validación de nuestra estrategia: que crear un mundo donde todos puedan prosperar es simplemente un buen negocio. Cuando el propósito y el beneficio coinciden, el cambio transformador es posible.
Formalizamos nuestro enfoque en la inclusión financiera en 2013 con una visión audaz para el Centro Mastercard para el Crecimiento Inclusivo: que llevar a las personas a la entonces naciente economía digital era más que un objetivo filantrópico. Podría transformar la vida de las personas y construir comunidades más resilientes, lo que a su vez podría crear nuevos mercados y oportunidades para el crecimiento empresarial sostenible. Esto llevó al primer gran compromiso de Mastercard en el escenario global, para incorporar al sistema financiero digital a 500 millones de personas previamente excluidas. Cuando logramos la meta en 2020, la duplicamos, y este año estamos a punto de llegar a mil millones de personas.
Los últimos hallazgos de Findex ilustran lo mucho que avanzamos.
Si bien muchos dicen que la IA es el gran disruptor de hoy, creo que la inclusión financiera estuvo revolucionando silenciosamente las economías durante años. Particularmente notable es el logro de la paridad de género en la propiedad de cuentas entre regiones que alguna vez fueron muy desiguales, en gran parte como resultado de la revolución del dinero móvil, que Mastercard anticipó y adoptó temprano.
El reporte destaca la notable estadística de que el 86% de los adultos a nivel mundial poseen teléfonos móviles, lo que crea oportunidades sin precedentes para la inclusión financiera digital, especialmente en África, donde los servicios financieros centrados en el celular permitieron a millones de personas eludir la infraestructura bancaria tradicional.
Este salto cualitativo fue un gran igualador, demostrando cómo la tecnología, cuando se implementa con la gobernanza y las alianzas adecuadas, puede superar brechas que antes parecían insuperables.
A medida que el movimiento de inclusión financiera maduró, nuestro enfoque evolucionó. La primera década se trató en gran medida de acceso: conseguir que las personas tengan sus primeras cuentas. Ahora nos estamos concentrando en el uso, la seguridad y la salud financiera. Tener una cuenta es solo el comienzo. ¿La gente usa estas cuentas con regularidad? ¿Son seguras sus transacciones? ¿Están construyendo resiliencia financiera? Mil millones de personas se unieron a la clase media en los últimos 10 años, y mil millones más se unirán en la próxima década. ¿Qué necesitan para prosperar? Estas son las preguntas que impulsan nuestro trabajo y asociaciones hoy.
Los resultados de Findex muestran que, si bien la titularidad de cuentas aumentó significativamente, todavía queda trabajo por hacer en áreas como el ahorro, particularmente para las mujeres y las poblaciones de bajos ingresos. Por eso Mastercard estuvo desarrollando soluciones que no solo brindan acceso, sino que también fomentan el uso responsable y desarrollan la capacidad financiera. Por ejemplo, aprendimos que mantener el dinero en formato digital es crucial para una mejor gestión financiera. Cuando los fondos se convierten inmediatamente en efectivo, los beneficios de los servicios financieros digitales —incluidas la seguridad, la comodidad y la capacidad de ahorrar— se ven disminuidas, al igual que las oportunidades que ofrecen, como establecer la solvencia crediticia a través de un historial de pagos digitales.
Es por eso que invertimos mucho en expandir la aceptación digital, cerciorando que las personas recién incluidas tengan lugares para usar su dinero digital.
Nada de este progreso fue posible sin la colaboración. Mastercard fue una fuerza impulsora detrás de alianzas con múltiples partes interesadas, como la Alianza de Directores Ejecutivos para la Inclusión Financiera, que reúne a líderes del sector privado para acelerar el progreso. La propia colaboración de Mastercard con el Banco Mundial en el Findex ejemplifica este enfoque. Cuando el Banco Mundial buscaba diversificar la financiación del Findex más allá de un único donante, la Fundación Mastercard (una entidad separada de Mastercard y del Centro Mastercard para el Crecimiento Inclusivo) intervino como financiador técnico, garantizando que esta herramienta de medición fundamental continuara guiando los esfuerzos globales de inclusión financiera.
Mientras celebramos nuestro progreso, ya estamos mirando hacia la siguiente fase de nuestro viaje. El camino hacia la inclusión financiera universal requiere innovación continua, asociación y un enfoque implacable en las necesidades de las comunidades desatendidas. Exige soluciones que no solo sean accesibles, sino también responsables y seguras.
Los últimos hallazgos de Findex son un testimonio de lo que es posible cuando la innovación del sector privado se encuentra con el impacto social. Cada cuenta abierta, cada cheque de pago depositado, cada factura pagada, cada transacción intervenida es otro paso hacia la resiliencia, otra oportunidad desbloqueada, para las personas, para sus comunidades y para todos nosotros.