24 de junio de 2024
Ya sea que estemos reservando vuelos o reciclando nuestros desechos, la mayoría de nosotros somos ampliamente conscientes del impacto climático de nuestros estilos de vida. Sabemos que un viaje de larga distancia al extranjero tiene un grave impacto en nuestra huella de carbono. Y esperamos que separar diligentemente los diferentes tipos de plástico antes de reciclarlos marque alguna diferencia en la salud del planeta.
Puede resultar difícil medir con precisión el efecto que nuestras acciones tienen sobre el medio ambiente. En nuestra vida cotidiana, casi todo lo que hacemos tiene algún tipo de consecuencia sobre el clima, desde abrir la ducha hasta viajar al trabajo o comprar una taza de café.
En última instancia, dos tercios de las emisiones globales de gases de efecto invernadero se generan a partir de nuestras elecciones de estilo de vida. Si bien los consumidores pueden ver tentados a esperar a que la industria y los reguladores resuelvan el impacto ambiental de las cadenas de suministro corporativas, estas emisiones están íntimamente relacionadas con la demanda de los consumidores. Si la sociedad va a alcanzar nuestros objetivos globales de descarbonización, entonces el cambio debe incluir acciones individuales.
Y hacer cambios en el estilo de vida puede marcar la diferencia en la reducción de las emisiones de carbono, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, un organismo de científicos internacionales reunido por la ONU. En un reporte de 2022, señala los cambios socioculturales y de consumo personal como impulsores clave para la mitigación del impacto climático, ayudando a hacer retroceder el aumento de las temperaturas globales y cumplir con los compromisos internacionales con el Acuerdo de París. Facilitar que las personas usen formas de transporte más limpias o coman más alimentos de origen vegetal, por ejemplo, podría reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero entre un 40% y un 70% para 2050.
Pero, ¿por dónde empezamos a realizar los cambios necesarios que nuestro planeta necesita con tanta urgencia? Una herramienta que puede ayudar a mapear posibles cambios impactantes es el Índice de Consumo Sostenible, desarrollado por Mastercard y Doconomy, una compañía fintech líder en impacto que proporciona a los bancos herramientas innovadoras para impulsar la acción climática y el bienestar financiero. El índice emplea información basada en datos para ayudar a individuos y responsables de la toma de decisiones en compañías y gobiernos a evaluar e implementar medidas de reducción de emisiones de carbono.
Al combinar los datos de gasto de Mastercard con el Índice Åland de Doconomy de impactos estimados de CO2 de las transacciones, creó una medida cuantitativa de la huella de carbono agregada del consumidor de Suecia, mostrando, por ejemplo, que las emisiones resultantes del gasto en viajes aéreos y combustible no están disminuyendo tan rápido como las del gasto minorista.
A continuación, el índice emplea simulaciones interactivas para modelar los cambios en toda la población hacia un consumo bajo en carbono —cuál sería el impacto de comprar más productos de segunda mano o comer menos carne— y lo compara con los niveles de emisiones actuales. Los responsables de la toma de decisiones podrían emplear los modelos del Índice de Consumo Sostenible para acceder a una visión más holística del impacto en las emisiones de las decisiones de compra de los consumidores, lo que les permitiría maximizar el impacto a la hora de diseñar productos y políticas que apoyen e incentiven la transición hacia opciones más sostenibles.
El Índice de Consumo Sostenible fue diseñado con el entendimiento de que para que cualquier cambio real gane tracción, debe superar tres desafíos clave entre los consumidores.
El primero es la falta de inspiración. Con la amenaza existencial del cambio climático, es fácil sucumbir a una sensación de fatalismo. Nuestro clima cambiante ya está causando hambrunas, inundaciones e incendios, con millones de personas afectadas cada año, a menudo las de las comunidades más vulnerables. Pero mientras simpatizamos y ayudamos a los ya afectados, no podemos permitirnos pensar que este es el único resultado posible. En lugar de pesimismo, un sentido de esperanza y optimismo puede reforzar el mensaje de que las decisiones que toman los consumidores marcan la diferencia y que nuestro futuro aún no está decidido.
El segundo es la falta de información. Los consumidores necesitan saber qué decisiones toman tendrán el impacto más significativo. La alfabetización climática debe ampliar, para que todos seamos más conscientes del impacto de nuestras elecciones y estemos mejor informados para tomar decisiones más sostenibles. Los formuladores de políticas también pueden beneficiarse de tener esta alfabetización al frente y al centro.
El índice es un punto de partida para proporcionar este tipo de información, rastrear el consumo frente a los compromisos de carbono, hacer que los resultados de nuestras elecciones individuales sean más transparentes e impulsar el apoyo a políticas más efectivas. Si bien hay una gran cantidad de poder en la recopilación y el análisis de datos, en última instancia, actualmente estamos trabajando en retrospectiva, observando lo que sucedió para informar nuestras decisiones en el futuro. Para dar el siguiente paso, tendremos que mejorar la entrega de esta información, anticipando, mirando hacia adelante y llegando a las personas antes de que reserven sus taxis o compren sus camisetas. En el futuro, este tipo de datos deberá ser más granular y estar más disponible para impulsar el impacto en las compras diarias.
El tercer desafío es la falta de opciones. Está muy bien inspirar a la gente a realizar cambios positivos y darles la información necesaria para saber qué cambio marca la mayor diferencia. Pero si no hay manera de realizar realmente esos cambios. entonces nuestros esfuerzos en materia de educación pueden generar aún más pesimismo. Con la tecnología y los datos que tenemos a nuestra disposición, por ejemplo, podemos hacer que las opciones bajas en carbono, desde los viajes hasta el comercio minorista, sean más accesibles, intuitivas y fluidas. Cuanto más podamos mostrar y ofrecer de forma proactiva alternativas, más fácil será tomar esa decisión.
Cuando logremos inspirar, informar y capacitar a los consumidores antes de que tomen decisiones, comenzaremos realmente a realizar los cambios que nuestro planeta necesita con tanta urgencia.