Inclusión

“De 10 mujeres latinoamericanas, 8 dicen que su empresa es como un hijo”

MARZO 13, 2023
Entrevistamos a Gabriela Lucke, Directora del Centro de Liderazgo Inclusivo y Sostenible de INCAE y responsable del programa LEADS Mujer que desarrolla junto a Mastercard.

El programa LEADS Mujer de INCAE, patrocinado por Mastercard, se lanzó en 2017 con el objetivo de impulsar y promover el emprendimiento, liderazgo y empoderamiento de las mujeres centroamericanas. En sus primeras ediciones, el programa capacitaba a 40 empresarias seleccionadas, de las que sólo cinco pasaban a una mentoría profunda y tres resultaban ganadoras. Para que más mujeres tuvieran acceso a la mentoría profunda, se creó LEADS Academy for Women, una aceleradora de emprendimientos liderados por mujeres que ya graduó a tres grupos de 40 empresarias de Centroamérica. Junto al programa EMPRO, que el CELIS de INCAE lanzó en Guatemala con Mastercard y otros socios estratégicos, brindan apoyo a las pequeñas y medianas empresas mediante las herramientas y los conocimientos necesarios. 

Acerca de esta iniciativa, conversamos con Gabriela Lucke, Directora del Centro de Liderazgo Inclusivo y Sostenible de INCAE y Catalina Muñoz, Coordinadora del Programa “Empresarias Progresando” de INCAE.

¿Cómo es el proceso de selección de las beneficiarias del programa?

GL: Se hace a través de un comité de selección compuesto por mujeres y hombres que evalúan a las candidatas según requisitos específicos: cantidad de empleados, tiempo que llevan en el mercado, su impacto social y económico, nivel de innovación, etc. También analizamos sus redes sociales para ver cómo se comunican.

CM: Si bien hay muchos programas para emprendedoras en la región, no hay tantos para empresas consolidadas. Nosotros somos muy enfáticos y minuciosos en la evaluación de estos requisitos.

GL: Además, hemos desarrollado una intuición para evaluar qué contestan y la forma en que contestan. Cuando es presencial, observamos el brillo en sus ojos, el tono de voz, la ilusión, el amor por su proyecto. Una candidata que no puede defender con pasión su proyecto en un minuto difícilmente avance en el proceso de selección, porque de 100 mujeres elegimos 40, y tenemos que elegirlas bien porque ellas van a ser modelos de inspiración para otras mujeres. Nos tomamos muy en serio lo de priorizar a las mujeres que muestran compromiso, pasión, energía y la capacidad de inspirar a otras mujeres.

¿Por qué señalan esta distinción entre emprendimientos y empresas?

CM: Porque muchas mujeres se siguen llamando emprendedoras cuando tienen una gran empresa a sus espaldas. Uno de los aprendizajes más ricos del programa es despejar la concepción maternalista de sus organizaciones para reemplazarla por la idea de empresarias.

GL: De 10 mujeres latinoamericanas, 8 van a decir que su empresa es como un hijo. El problema que esto tiene es que, como buenas mamás gallinas, nos cuesta delegar y soltar, y no se puede crecer si no sueltas parte del proyecto para hacerle lugar a la estrategia, las finanzas, el networking. Latinoamérica es una de las regiones con más emprendimientos por subsistencia del mundo, pero también tenemos la tasa más alta de abandono de empresas cuando toca hacerlas crecer. Pero, ¿cómo vamos a adquirir nuevos conocimientos si seguimos con la misma distribución del tiempo, y las mujeres seguimos ocupándonos mayormente de las tareas domésticas?

¿Por qué un programa sólo para mujeres? ¿No es ésta acaso una manera de segmentar desde el comienzo?

GL: Estamos convencidas de que necesitamos este espacio de autoafirmación, porque los grupos de mujeres se apoyan, no temen preguntar nada y comprenden las demandas familiares. Tenemos profesores hombres, pero para el proceso de aceleración y de empoderamiento, nos funciona muy bien que sean sólo mujeres las beneficiarias.

¿Cuáles son los segmentos dominantes en los emprendimientos liderados por mujeres?

GL: Lamentablemente, seguimos con los sectores tradicionalmente asociados a los roles de género. Aunque queremos empujar los emprendimientos tecnológicos, en Guatemala, por ejemplo, de 600 mujeres ni 10% lideran un emprendimiento tecnológico. Esto tiene que cambiar, pero a nivel escuela y colegio.

¿Qué es lo que más te gusta de este trabajo?

GL: Saber que estamos transformando la vida de estas mujeres, pero de verdad, no solamente en los números. Cuando las ves trabajar con sus hijos detrás, cuando ves que tienen que tomar un bote para conseguir los insumos para producir, cuando las ves coger el bus por primera vez para asistir al programa y se sientan allí con sus ojos ilusionados, uno sabe que su vida va a cambiar para siempre, aunque sea un poquito. No podemos cambiar todo, pero podemos hacerlas sentirse orgullosas de tener más conocimientos, de hacer mejor las cosas y al estar felices van a tratar diferente a sus hijos e impactar un poquito en su comunidad. Hacerlas sentir que valen para alguien más que para ellas nos llena de satisfacción.

¿Crees que el hecho de ser mujer suma a tu desempeño en esta iniciativa?

GL: Considero que nos ayuda a dimensionar todos los roles que ocupa la mujer en un solo día. Me acuerdo del caso de Heidi, en la primera edición de LEADS: ella había tenido una bebé quince días antes de ir al campus en Costa Rica y, si no hubiera sido por su esposo, no habría podido participar en el programa. En todos los recreos de las clases esas mujeres han llorado y nosotros hemos llorado con ellas. Lloran porque se tienen que sacar leche, porque sus hijos están en otro lugar, o en otro país, porque los oyen llorar por teléfono; lloran por todo el sacrificio que hacen para estar allí… Esto es un programa con enfoque de género: dejar espacio para reconocer el sacrificio.

¿De dónde te viene esta vocación de ayudar?

GL: Creo que uno no entiende las cosas que hace hasta que las ve para atrás. Yo no tuve una infancia para nada inclusiva, mis padres me preservaron mucho. Pero tuve la bendición de ir a una universidad pública, donde experimenté por primera vez la diferencia y empecé a entender la relevancia de la inclusión. Para mí inclusión es respetar a todas las personas, invitarlas a participar de igual manera en los procesos económicos, productivos y sociales, porque todos valemos lo mismo.

“Creamos un modelo replicable en cualquier sistema agroproductivo”

Valodia Flores Rugama tiene 34 años y vive en Managua, Nicaragua. Es Ingeniera Agrónoma y Gerenta de Operaciones de Codornic, la empresa que creó junto a su marido y que vende huevos de codornices y sus derivados en canal formal (Walmart). “Emprender fue para mí una opción que me permite tener el manejo de mi tiempo y proyectar mi carrera. El emprendimiento nace en 2018, un año muy tenso en Nicaragua por disturbios políticos. En Nicaragua no se comercializaban huevos de codorniz hasta que llegamos nosotros. Tienen un complejo vitamínico superior al de los huevos de gallina y por eso son ideales para mejorar la calidad de vida o para aquellas personas que están en tratamiento o convalecientes”, dice Valodia.

Se iniciaron con 20 codornices y al año ya tenían 1200. Durante los primeros tres años, tuvieron un crecimiento interanual del 40%. Actualmente están estabilizados en la producción de 950 cajillas -27.000 huevos- por mes.

“Cuando ingresé a INCAE me preguntaba si era una buena estrategia ‘tener todos los huevos en la misma canasta’.  El programa me ayudó a armar una red de cotornicultores, que nos permitió reducir la producción en un 15% y crecer en logística. Contamos con una red que trabaja desde sus casas, porque no se necesita mucho espacio para criar codornices. Codornic es una fuente de empleo para lisiados de guerra, madres solteras, víctimas de la violencia de género, personas con insuficiencias producto del Nemagón, un insumo químico tóxico que se usó durante el auge platanero…”

Valodia resultó ganadora del programa LEADS Mujer de INCAE en 2021, que le otorgó un estímulo de 7500 dólares, con lo que compraron una incubadora automática importada de China.